Nunca solos

A veces un problema complicado, de ésos que son muy difíciles de platicar, y que incluso no se platican con cualquiera, de ésos que sentimos cómo el mundo se hizo más pesado de lo que estaba pesando últimamente, y creemos que vamos blandiendo espadas enormes, difíciles de sostener, peleando contra monstruos gigantescos, que se mofan de ti, con ojos refulgentes como llamas, inmisericordes, incansables, y que al punto nos hacen sentir que sólo somos unas miniaturas humanas queriendo salvar a la humanidad… pero en el fondo estos monstruos saben que te van a destruir con un soplido… esos problemas nos hacen creer que vamos solos cargando con todo.

Hoy alguien me sacudió con una frase … la frase que utilizó fue «me agoto orando por ti».

¡PUF!

Se cimbró todo en mi interior cuando leí ese mensaje. Como un golpe de adrenalina espiritual que recorrió todo mi ser y me hizo sentir fuerte. Sí. Somos fuertes cuando oramos los unos por los otros. Somos fuertes porque siempre hay «alguien» que está orando por nosotros y ni siquiera lo hubiésemos sospechado en caso de que jamás nos lo hubiera confesado así.

«Me agoto orando por ti», fue la frase más revolucionaria que pude conocer, la más honesta entre todas las oraciones que pudieron hacerse en mi honor. Yo también quiero, Señor, terminar agotada orando por otros. Yo también quiero intervenir de forma sobrenatural en las vida de otros.

Deja un comentario